Al ser marzo el mes de la Anunciación, la meditación del1er sábado del mes se centrará en este gozoso misterio. Como la Anunciación tuvo lugar en la casa de la Santísima Virgen en Nazaret, este1er sábado se celebrará en dos de los grandes santuarios del mundo dedicados a la santa casa de Nazaret: Walsingham (Reino Unido) y Loreto (Italia).
El santuario de Walsingham, a 150 km al norte de Londres, es el principal santuario mariano de Gran Bretaña. Fue aquí donde, en 1061, Nuestra Señora pidió que se la honrara construyendo una copia de su casa de Nazaret. Por razones misteriosas, ésta fue terminada por los ángeles. Este santuario, conocido como el «Nazaret de Inglaterra», prefiguró el milagroso traslado de la verdadera casa de Nazaret a Italia dos siglos y medio más tarde.

El santuario de Loreto en Italia es donde la casa de la Santísima Virgen en Nazaret fue milagrosamente transportada para escapar de los musulmanes conquistadores en Palestina. Cuando tomaron el control de los lugares santos, incluido el Santo Sepulcro, Dios no permitió que se tocara la casa de la Santísima Virgen. El traslado milagroso de la Santa Casa fue llevado a cabo por ángeles que la trasladaron a Italia el 10 de diciembre de 1294. Cabe destacar la maravillosa coincidencia de la fecha con la petición de los primeros sábados de Fátima, que también se hizo el 10 de diciembre. En el calendario litúrgico de la Iglesia, el 10 de diciembre es desde hace varios siglos la fiesta (no vinculante) del traslado de la Santa Casa de Nazaret.

Hoy en día, la Santa Casa se alberga en una magnífica basílica, y durante 700 años ha sido uno de los grandes santuarios dedicados a la Santísima Virgen. Durante una peregrinación, Juan Pablo II destacó la importancia de la Santa Casa de Loreto, que «desempeñó un papel muy activo en la vida del pueblo cristiano durante casi todo el segundo milenio».
Numerosos actos explícitos de la Santa Sede confirman el traslado de la casa de Nazaret: las bulas de Pablo II, León X, Pablo III, Pablo IV y Sixto V; el decreto de Urbano VIII, en 1632, para establecer la fiesta en la marcha de Ancona; el de Inocencio XII, en 1699, para aprobar el oficio; finalmente los indultos de Benedicto XIII y sus sucesores, para extender esta fiesta a un gran número de provincias católicas. (Fuente: Dom Guéranger, el famoso monje benedictino del siglo XIX cuya causa de beatificación está en curso y a quien el Papa Francisco rindió homenaje recientemente).